1. Introducción
A veces, nos enfocamos tanto en seguir las reglas al pie de la letra que perdemos de vista el propósito que hay detrás. En el camino de la fe, este es un riesgo constante que nos plantea una pregunta fundamental: ¿nuestras creencias son herramientas para construir puentes de sanación o muros de juicio?
Una historia del evangelio de Lucas (13:10-17) nos ofrece un ejemplo poderoso de este dilema. En ella, Jesús, una mujer que llevaba dieciocho años encorvada y un indignado líder de la sinagoga protagonizan un conflicto que va más allá de un simple debate religioso. Aunque tiene siglos de antigüedad, esta historia contiene lecciones sorprendentemente relevantes sobre el verdadero significado de una fe que libera en lugar de oprimir.
2. Lección 1: La rigidez religiosa puede convertir la fe en ceguera
Donde uno vio una falta, otro vio una oportunidad para liberar.
La reacción del jefe de la sinagoga ante la sanación es reveladora. Su indignación no nace de un acto de maldad, sino de que una obra de compasión ocurrió en el “día equivocado”, el sábado. No celebra la liberación de una mujer; condena la ruptura de una costumbre.
Este es el peligro de la rigidez: la adhesión estricta a normas y tradiciones puede nublar el juicio espiritual hasta el punto de volvernos incapaces de reconocer la acción de Dios justo frente a nosotros. Mientras el líder se aferró al reglamento, Cristo se aferró a la persona. La regla se convirtió en un velo que le impidió ver la misericordia.
3. Lección 2: La verdadera adoración se mide en amor, no en rituales
El problema no está en la Ley, sino en el corazón que la utiliza.
Jesús no estaba aboliendo la ley, sino demostrando su verdadero propósito: servir, sanar y restaurar la vida de las personas. Su acto expone que el problema no es el mandamiento, sino el corazón que lo usa para juzgar en lugar de para servir.
Esta lección nos advierte que la fe, cuando se separa del amor y la misericordia, se endurece y se vuelve vacía. Podemos hablar de Dios, predicar, enseñar o cantar en el templo, y aun así haber perdido el corazón del Evangelio. La verdadera adoración no se mide en la perfección de nuestros rituales, sino en la sinceridad de nuestro amor.
Cuando el amor guía nuestra fe, entonces la religión deja de ser una carga… y se convierte, como en las manos de Cristo, en instrumento de restauración.
4. Lección 3: La fe auténtica se atreve a romper moldes para sanar
La fe no teme romper moldes si eso significa sanar, liberar y amar.
La acción de Jesús no fue un descuido; fue una elección deliberada de priorizar la necesidad humana por encima de la costumbre religiosa. Sanar a esa mujer era más importante que cumplir con una tradición.
Para emular este ejemplo en nuestra vida, el texto sugiere que necesitamos dos cosas. Primero, pedir luz para reconocer los prejuicios y las tradiciones que nos llevan a poner la compasión en segundo lugar. Segundo, pedir fuerza para actuar con misericordia, incluso cuando va en contra de nuestras justificaciones “racionales” o de lo que siempre hemos hecho. Esta lección nos invita a examinar si nuestras creencias nos están llevando a construir puentes hacia los demás o muros para proteger nuestras reglas.
5. Conclusión: ¿Tu fe libera o aprisiona?
Al final, esta historia nos enseña que una fe viva se niega a quedar atrapada en la rigidez, comprende que el amor es su máxima expresión y tiene el valor de priorizar a las personas por encima de las reglas. Es una fe que derriba muros para construir puentes.
La pregunta, entonces, resuena hasta nuestros días y nos confronta directamente: en nuestro día a día, ¿estamos usando nuestras convicciones para juzgar o para sanar?