“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.” —Mateo 5:14 (NVI)
Jesús no solo nos llama a seguir la luz; nos declara la luz del mundo. Este mandato no es una sugerencia, es una identidad. En un mundo marcado por la confusión moral, la desesperanza y el egoísmo, los cristianos están llamados a iluminar con la verdad, la compasión y la justicia del Reino.Ser luz no significa tener respuestas para todo, sino vivir con autenticidad, integridad y amor. A veces la luz es una palabra de consuelo. Otras veces, es una acción de justicia. También puede ser la firmeza de no ceder a lo que es corrupto. Sea cual sea la forma, nuestra luz debe estar visible, no escondida por el temor o la conformidad.Dios no nos pide que brillemos por nuestra cuenta. Él es la fuente de la luz. Nosotros solo reflejamos lo que de Él recibimos. Por eso, cuanto más tiempo pasamos con Él, más brillamos. No para ser vistos, sino para que otros encuentren el camino hacia Él.
Oración: Padre, hazme luz en un mundo que muchas veces camina en sombras. Ayúdame a reflejar Tu carácter y a llevar esperanza donde hay dolor. Dame valor para no esconder la luz que Tú has puesto en mí. Amén